Elia y su hermano siempre escuchan las historias que su abuela les cuenta antes de dormirse, como aquella que trata de lo que le ocurrió a su padre cuando era niño: un buen día, decidió vivir con los ojos cerrados. Así iba por todas partes, incluso a la escuela. Nada ni nadie conseguían que los abriera. Sólo fue eficaz la ayuda de un buen amigo.
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