La llamaron belle époque, "belle época", y para muchos fueron verdaderamente tiempos dorados. Parecía que todo era ya posible gracias al progreso. Efectivamente, las novedades ténicas permitieron a mucha gente vivir más cómodamente y el crecimiento económico empezó a ser notado por la población. Pero, a pesar de ello, aun quedaban grandes masas de gente pobre y pueblos enteros (considerados "inferiores") que pagaban duramente el precio de lo que se denominaba progreso. El mundo, a fuerza de cambiar, se desestabilizaba y el desequilibrio llevó a un gigantesco conflicto que tuvo el poco grato honor de ser llamado "mundial": la terrible guerra que ensangrentó a Europa desde 1914 a 1918.
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