En 1943 en España acababa de terminar una guerra. Después de una guerra las ciudades están rotas, muchas personas han muerto y otras han desaparecido, existen campos de prisioneros, no hay trabajo, la gente pasa hambre... ¿Y qué hacen los niños después de una guerra? ¿Se puede jugar después de una guerra? ¿Se pueden tener amigos, se puede reír, se puede aprender... después de una guerra?

Bruno, con nueve años descubrirá el horror de la guerra pese al continuo esfuerzo de su padre porque no se interese acerca de lo que ocurre fuera de la casa. Al fin y al cabo, pasa todos sus ratos libres sin amigos. El hecho de vivir en una casa de tres plantas le parece aburrido, ya que estaba acostumbrado a habitar una vieja mansión de cinco plantas por la que podía explorar libremente (el juego favorito de Bruno). Desde la ventana de su dormitorio, Bruno ve una valla tras la cual hay muchas personas vestidas con pijamas de rayas.

Elena, Teresa y Ana son las tres hermanitas que nacieron al mismo tiempo. Ya han crecido y les gusta hacer travesuras y gastar bromas. Les resulta divertido ser igualitas porque las gente las confunde y todo el mundo les habla cuando van por la calle.