Un país próspero y un soberano inteligente han sido siempre una "afortunada combinación" en la historia. Esto es lo que sucedió en la segunda mitad del siglo XVI cuando Isabel Tudor subió al trono de Inglaterra. No era bellísima, pero sí atractiva, inteligente, culta y decidida. En sus 45 años de reinado consiguió poner en primer plano un país que había encontrado dividido en su interior y marginado en el juego político internacional. La reina, a la que el pueblo denominaba familiarmente "nuestra Bessie", dio su nombre a la era isabelina; una época en la que destacan personajes como el intrépido "pirata gentilhombre" Francis Drake y William Shakespeare, genio universal del teatro y la literatura.
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