
Nicolás cada día comprende menos a los adultos. No entienden que quiera comprarse cincuenta tabletas de chocolate de golpe o que si tiene una linterna, es para estar todo el tiempo a oscuras y poder alumbrar con ella. Sin embargo a ellos les parece tan normal regalarle continuamente juegos de la oca. Menos mal que los cambia con los amigos del colegio, que son estupendos.
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