Siete pequeñas provincias en una tierra nebulosa, llana, siempre en lucha con un mar que se insinúa entre sus playas arenosas... Poco más de dos millones de personas sobre una superficie parecida a la de Cataluña. Los españoles, que les gobernaban duramente, les llamaban "tacaños" por su costumbre de trabajar incansablemente y sin concederse lujos. Pero las Provincias Unidas, que luego se convirtieron en Holanda, se librarían del control español con una larga y sangrienta lucha, al mismo tiempo que se iba definiendo como un país rico, ordenado y tolerante.

Otro paso de la evolución, el último. Hace treinta y cinco mil años, el hombre de Neanderthal desaparece para dejar paso a nuestro más directo antepasado, el hombre de Cromagnon. Sus hábiles manos hacen milagros con la piedra y la madera: vestidos, tiendas, armas... Habla un lenguaje que hoy día podríamos entender y deja en rocas y cavernas auténticas obras de arte.

El siglo XV... ¡Un siglo extraordinario! Después de las terribles pruebas a las que se había visto sometida, Europa volvía a vivir intensamente. En primera fila había una nueva clase social, dinámica y sin prejuicios aristocráticos: la burguesía, que con la fuerza del dinero arrancaba una parte cada vez mayor de poder a los viejos señores feudales. Y así, las ciudades se convertían en protagonistas: una de ellas, en particular, se convirtió en "modelo" de toda una época. Bajo el señorío de una extraordinaria familia, la de los Medici, Florencia dejó una huella imborrable en la historia de la civilización occidental.

Al finalizar la Edad Media, el dominio musulmán sobre la península ibérica llegaba a su ocaso, tras varios siglos de "reconquista" cristiana. El punto final lo pusieron los Reyes Católicos cuando con su matrimonio consiguieron un refuerzo mutuo de los intereses castellanos y aragoneses. Al mismo tiempo que se iniciaba la formación del moderno estado español, comenzaba un siglo espléndido y terrible de nuevas conquistas que vería cómo el mundo se volvía más grande con el descubrimiento del continente americano.

¿Es esto lo que dirán nuestros descendientes? ¿Realmente la vieja Tierra puede convertirse tan solo en un recuerdo en la mente de unos pocos supervivientes, "emigrados" al espacio? Desgraciadamente, es una hipótesis posible. Recorriendo rápidamente los años que van desde 1945 hasta nuestros días, este último libro presenta los muchos peligros a los que se expone la humanidad. Pero justamente el hecho de que hoy sepamos qué estamos arriesgando puede hacer nacer el deseo y la fuerza para hacer algo - todos juntos - para no reducir a un estercolero o un cementerio nuestro pequeño planeta. La Tierra, puede, si queremos, seguir siendo la "casa" de los hombres, de todos los hombres.