Aunque Edward disfrutaba de una vida estupenda, justo aquel lunes por la mañana se sentía un poco fastidiado. Los calcetines no estaban en el cajón acostumbrado, nadie le había calentado la leche del desayuno... La verdad es que su madre no estaba haciendo su trabajo como debía. ¡Qué desastre! Así que Edward no le quedó más remedio que despedirla. ¿Qué iba a hacer?
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