Los abuelos de Parchete habían sido piratas. También su padre y madre fueron piratas, así que parecía evidente que también él debía ser pirata. Y ya era mala pata, porque a Parchete no le gustaba nada el mar. En realidad, no le gustaba el agua en general: ni para beber, ni para bañarse, ni para lavar... Pero sobre todo odiaba el agua del mar.
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