Que los escape rooms se han adueñado de las calles de Barcelona es un hecho. Y que Julia y Diego los resuelven con los ojos cerrados también. A la salida de uno de ellos, los investigadores reciben una llamada de alerta de la señora Fletcher... Estos son los hechos: un chico y una chica han desaparecido en extrañas circunstancias. ¿Será un secuestro? ¿Habrán huido del país para no tener que hacer más exámenes? Estas son las pistas: lo último que se sabe de ellos es que planeaban hacer el escape room más diffcil de la historia y del que nadie ha salido con éxito. Aquí huele a misterio... o no?

Iria y su hermano Lino viajan solos en tren por primera vez y su abuelo, jefe de estación, los encomienda al cuidado del revisor, amigo suyo. Sin embargo éste está muy acatarrado y tras colocarlos en un vagón casi vacío, se ocupa poco de los niños para no contagiarlos. Durante el viaje, observan extrañados al único viajero que entra en su departamento, un anciano ciego al que acompaña su perro guía y que lleva una jaula con una urraca. A Iria este personaje le da miedo y empieza a soñar pesadillas de monstruos, pero al despertarse la realidad también resulta ser muy amenazadora debido a las intenciones del supuesto ciego.....

Los hermanos Darling, Wendy, George y Michael, una noche atrapan la sombra de Peter Pan, el niño que no crece. Él les recompensará llevándoles a la isla de Nunca Jamás, donde vivirán fantásticas aventuras en medio de sirenas, hadas, los niños perdidos, indios y piratas. Sobre todo el temible capitán que odia a Peter. Pero pronto descubrirán que Peter se lo toma todo a broma... quizás demasiado.

Durante las inundaciones de Florencia, un arqueólogo español encuentra un muñeco de madera con la nariz asombrósamente larga. Es Pinocho. A partir de ahí arranca una trepidante historia de aventuras.

En el famosísimo bosque de VattelŽa pesca había una vez una pequeña familia compuesta de siete monos: papá, mamá y cinco monos, no más altos que un dedal. Esta pequeña familia habitaba en las ramas de un árbol gigantesco, en medio del bosque, y pagaba quince ciruelas al año, como alquiler, a un viejo gorila mandón que se había empeñado en ser el casero.