«Y no volverá a ver las cosas de la tierra». Era el versículo del Corán que Miguel Strogoff oyó antes de que la hoja incandescente de un sable al rojo vivo pasara delante de sus ojos. Desde ese momento culminante, el lector, ya irremisiblemente atrapado, acompaña al correo del zar por las estepas siberianas, compartiendo su tesón, sus dudas, tal vez la superstición de aquella liebre de mal agüero que se cruzó en el camino, y acaso su secreto. Novela de aventuras, donde el viaje argumental del protagonista se convierte en viaje iniciático del joven, añade la virtud de aliviar la tensión narrativa con las ocurrencias humorísticas de los periodistas Blount y Jolivet.
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