Todo empezó en Londres, la noche en que nuestro padre hizo explotar el Museo Británico con un extraño conjuro. Fue entonces cuando nos enteramos de que, además de un reconocido arqueólogo, era una especie de mago del Antiguo Egipto. Rodeado de valiosas antigüedades, empezó a entonar extrañas palabras... Algo debió de salir mal porque la sala quedó reducida a escombros; Set, el dios del caos, apareció de la nada envuelto en llamas y a nuestro padre se lo tragó la tierra...

Las aventuras de Marco Polo sonaban a cuento chino, pero es que hace ochocientos años lo de irse a China no era ninguna broma. Por el camino, el joven Marco tuvo que enfrentarse a la terrible niebla seca, a los bandidos y los piratas, atravesar mares, remotas montañas y desiertos encantados... y todo para compartir un buen plato de tallarines con el hombre más poderoso del mundo: el emperador de los mongoles, el Gran Kublai Khan.

La historia para todos los públicos. En este libro, Fernando García de Cortázar propone un luminoso acercamiento a la historia del mundo a través de los ojos de un niño que, guiado por grandes figuras históricas, como Heródoto, asiste fascinado al devenir de la civilización humana desde sus inicios hasta nuestros días. La i lustración corre a cargo de Jvlivs (Mi primer Quijote, Pequeña historia de España), que con su inconfundible estilo gráfico aporta a la obra un contrapunto original, divertido y sorprendente.

Rita pasa unos días de vacaciones en Egipto. Allí deberá reunirse con su tío Daniel, que está trabajando en una excavación arqueológica. Pero Rita, sin saberlo, se va a unir a una banda de ladrones que busca los mismos tesoros que su tío Daniel.

El pequeño Tutankamón aún no se lo creía. ¡Acababan de nombrarlo faraón de Egipto con nueve años! Así que todos los días tenía que dar el visto bueno a lo que decían sus asesores. Tras su temprana muerte, Tutankamón descansaría en el legendario Valle de los Reyes. Y allí quedó sepultado y olvidado bajo montañas de arena. Sin embargo, un niño inglés llamado Howard Carter adoraba Egipto, y cuando fue mayor se propuso buscar al faraón y a su tesoro.