A sus doce años, Verde sigue sin demostrar ningún interés por la brujería. Es más, dice que quiere ser una persona normal y que le gustaría casarse algún día. Se fija en los chicos de su clase y no disimula su asco ante los mejunjes que su madre confecciona para envenenar a los perros de la vecindad. ¡Vaya desastre!
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