"¡Ja! ¡Ja! ¡No nos hagas reír! ¡Un dragón color frambuesa! ¡Ja! ¡Ja! ¡No nos hagas reír! " Así le cantaban sus compañeros al pequeño dragón. Y es que al pobre le gustaba tanto comer frambuesas que tenía la piel completamente salpicada de lunares rojos. ¿Qué podía hacer?
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