Laura es una niña muy especial porque sus ojos ven cosas que los otros no ven. Por eso ha aprendido que todas las cosas tienen su corazón, que las cosas sufren si se les hace daño y que se alegran cuando se las quiere. Un entrañable y divertido cuento que nos ayuda a conocer el valor de las cosas y nos enseña a compartir.

Un hermoso día de verano Laura y Boris reúnen sus ahorros para comprar un hermoso león de peluche: Bolo es rubio, tiene rizos y lleva una bufanda de lunares. Cuando llega el otoño, el brillo de los ojos de Bolo se apaga porque sus dos amigos están muy ocupados peleándose, parece que se han olvidado de su leoncito.

Lidia y su hermano ponen todos los medios a su alcance para no irse a la cama; que si tienen miedo, que si tienen sed, que si quieren ver la televisión, que si no tienen sueño. Pero no hay manera, sus padres no ceden.

Lidia y su hermano tienen un bebé nuevo en la familia. Es una niña, se llama Susana y todos están preocupados porque no come nada. Pero Lidia y su hermano saben cómo solucionar ese problema. Tienen que demostrarle a Susana cómo se toma el biberón y aprovechan para hacerlo cuando están solos con la niña. Para explicárselo mejor se lo toman ellos y, cuando vuelve su madre, cree que lo ha hecho el propio bebé.

A veces los niños se sienten solos, incomprendidos. Eso le ocurre a Lisa, la mayor de cuatro hermanos --dos mellizas y un bebé que llora por las noches--. Lisa encuentra un amigo en su jardín, un gato sin nombre, sin dueño. Le quiere tanto que empieza a ser feliz, y al fin descubrirá que todos la quieren... y la necesitan.